TOQUI PRIMERA PARTE: Anecdotario de TOQUI
Cuando los indígenas iniciaban una guerra ya sea contra los españoles u otras tribus enemigas, nombraban un jefe que se llamaba “TOQUI”. Era el guía el líder ,era el más bravo, inteligente y tenía que ser el más valiente y el más aguerrido.
Bien la historia que narraré no se refiere a ese jefe indígena.
Habla de un perro policial que fue llamado “TOQUI”, nombre puesto por su dueño quizás en homenaje o en recuerdo a esos héroes de nuestra historia cuando Chile vestía pañales-
Fue recibido, como regalo, cuando frisaba los dos a tres meses de vida. Era gordito, ojos muy vivaces, piel de un café claro poco definido y siempre en disposición de jugar con lo que fuera. Como todo cachorro, incluyendo al humano, tenía un instinto lúdico activo-
De visita, su dueño, un día, estando en casa de un tío muy querido, vio que tenían varios gatos macizos, muy desarrollados. En una palabra: hermosos. Y en contraste a ellos vio, en el living de esa casa a un gatito nuevo, feucho, pelito sin brillo, flaco hasta decir basta. Milagrosamente lograba sentarse y para caminar algún ángel invisible le servía de muleta pues caminaba como diciendo : me caigo, no me caigo. Era un ejemplar que se había sacado la anti-lotería .
Pienso que como ese gatito tan desvalido , hay seres humanos que desde su nacimiento son rechazados por la rueda de la fortuna y para salir de esa condición miserable, necesitan de un mecenas , de un padrino que les dé una manito.
¡Cuántos humanos que cabalgan cómodamente en el corcel de la riqueza desvían su mirada de esas
criaturas necesitadas. Hacen caso omiso a esa mirada suplicante que dice:¿Qué culpa tengo yo, hermano?¡Ayúdame! ¡
Cómprame la ropa y libros que necesito!¡Edúcame, paga mis estudios!¡tú puedes!
En fin. Lo pensé y así sucedió. Me endosaron la caricatura de gato.
Yo estaba recién convaleciente de esa enfermedad que se llama matrimonio. Es decir, en ese entonces no pensaba así. Me sentía un Adán en un Paraíso. Sin serpientes que conspiraran. Sin manzanas que morder-Todo idílico. Y ahora nuestro Edén estaría invadido por un ser infra dotado. Si nos lo daban debíamos asumirlo. Y así fue. Toqui, tendría compañía. Pero mezclar aceite con agua no es lo óptimo.
El gatito se sentaba, con dificultad, en la base de la puerta que daba a la calle. –Lugar que era visitado por un tibio sol de esa época.
Como buen representante gatuno ,este minino se aseaba, “se afeitaba”y cada manito de “gato” que se echaba le desequilibraba y se ladeaba al límite del equilibrio.
Toqui observaba a su ancestral enemigo desde el interior de la pieza y lentamente se acercaba a la puerta y como buen actor, simulaba ir a tomar el sol, imaginando, seguramente que estaba asoleándose en una playa donde los roqueríos eran el gatito que estaba a su lado aseándose.
Lentamente, muy lentamente, como adolescente medianamente drogado, caía con todo su peso de gordo satisfecho sobre el lomo del gatito que con un maullido lastimero lleno de sorpresa, al principio, y de repetitivo, después, se alejaba de aquella horrible “fiera”, mirando su cuerpecito que recién había
aseado y que ese” quiltro” guatón, seguramente lo había infectado. Era su pensamiento gatuno de esos instantes
.
Toqui creció rápidamente y se veía iba a ser muy inteligente.
Un día estando yo recostado en la cama en mi dormitorio, entró Toqui. Tenía su hocico hinchado y su mirada fija en mi persona como esperando algo de mí- Entendí. Requería mi ayuda. El me reconocía como su amo. Alzaba su cabeza y después de un momento de duda, le abrí su hocico- Inserto en su maxilar superior de lado a lado se hallaba un hueso. Estaba muy apretado y para extraerlo tuve que hacer cierta fuerza. Pero el esfuerzo fue concluido exitosamente.
En mi mano yacía el desafortunado hueso que fue el autor de hacerme comprender que ese animal sería siempre mi fiel amigo. Un amigo de verdad. Seríamos inseparables.
Todos hemos tenidos “ amigos” que nos han decepcionado cruelmente y de ahí que pensé en el socorrido dicho:” Mientras más conozco a la gente, más quiero a mi perro”. Una mirada de ternura hacia ese noble perro coronó este capítulo de su Ya juvenil vida.
Pero cuán equivocado estuve yo al pensar que este avispado animal me sería siempre fiel.
Esposas infieles, novias infieles, pololas infieles, amigos infieles…Toda una gama de perjuros. Y ahora, también Toqui. ¡No!
¡El no! Le había demostrado ternura, cuidados. Lo tenía de cachorrito y ahora cual malévola desagradecida, me quería abandonar y dar por terminada una amistad, más que amistad, una unión familiar por más de dos años. Ya que era esa edad que él tenía.
Bueno, y aquello de:” Mientras más conozco a la…..
Me estoy adelantando a los hechos, pero no puedo menos que meditar sobre la podredumbre humana que se ensaña siempre con gente buena. Que hace leña a destajo de un árbol noble. Que inmerecidamente cercenan las esperanzas de gente que con sus sentimientos preclaros quieren hacer de sus vidas un nuevo Paraíso impregnados de afectos hacia sus semejantes. Es la locura misma vestida de maldad insana.
¿Quién hizo al ser humano tan defectuoso?. Muchos dirán: "Su naturaleza es buena pero don Sata metió la cola". Otros más positivistas como Rousseau, dirán: "El hombre nace bueno pero la sociedad lo corrompe".
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