DANZA DE LAS HORAS
(“Hojitas al viento”) (12)
El tiempo nos recuerda pasadas dichas que nunca volverán.
Otros, enredados en la maraña de sus errores miran trascurrir las horas con melancólicas congojas frente a un inevitable fracaso que se ve llegar.
Muchos gustan distanciarse de ese reloj que les marca, con entrañable delirio, la brevedad de su vida-.
Todos toman conciencia que pronto se marchita toda nuestra juventud y piensan en la fugacidad de la vida y se desesperan.
Y dirán: ¿No ven mí oculto padecer?
La vida cabalga en el caballo del tiempo. Más velocidad, mayor galope, la vida se nos aleja.
Las horas, que son hijas del tiempo, son flores de un día
La vida se dosifica como una droga cualquiera porque es una substancia que nos sostiene indemnes por cierto lapso.
La dosificamos en segundos, o sea, en tiempo ¿Qué edad tienes?-¿Cuánto tiempo perduró fulano?
Pero usamos los múltiplos del segundo, especialmente horas., días, .años.
¡No dancen ante mí las horas leves!
Las sepulto. No ocultando el reloj, sino recordando dulces vibraciones ya idas.
Así mis penas recordé, como aquel momento, cuando rosas regalé a mi amada y la perjura sólo me dejó clavado los aguijones.¡ Con los pétalos se fue!
Y recorro el misterioso camino persiguiendo, no sé qué: Flores que despiden mil aromas disfrazadas de mujer.
O quizás busco una fragancia pura de otros pétalos.
Pétalos de nuevas especies que emanen una dadivosa nueva luz que niegue mi corazón al tiempo.
Y sólo escuche suspiros que prolonguen el éxtasis de un amor divino para aquella que persigo en sueños y que inmortalizará mi existir.
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Y antes de caer en el sueño eterno alcance, al menos, a suspirar por ella.
¡Horas dancen conmigo!
¡Conduzcan mi vida y mi tiempo!
¡Pero incluyan en esa danza, a la compañera de mis ensueños!...
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