A Ru Ru mi guagua…
Esa bebita nació en cuna de mimbre.
De un matrimonio de muy escasos recursos. Pueblerinos sencillos, difícil de sostener un hogar.
Le pusieron por nombre Laura. La nombraban cariñosamente Laurita.
La niñita jugaba exclusivamente con sus muñecas. Muñecas de trapo que ella misma creaba.
Les hacía vestiditos y las paseaba, las dormía en sus brazos.
Creció y no dejaba a un lado sus muñecas. Formaban su verdadera familia
Les inventaba enfermedades y se desesperaba verlas sufrir.
Su madre hacía lavados en casas particulares y su padre pasaba cesante
Una enfermedad se anidó en los desnutridos pulmones de su madre terminando con su vida.
Su padre no sabiendo que hacer la entregó a un orfelinato y se alejó de su vida para siempre.
El orfelinato se la traspasó a un matrimonio ya maduro y la niña creció junto a ellos, sin que nada la molestara-
La niñita ya asistía a la escuela. Era buena alumna. Pero era notoriamente callada, tranquila.
Rendía lo preciso y su mirada estaba como ausente, lejana, aislada.
No vibraba con lo que la rodeaba, Ni hacía caso de lo que de ella murmuraban sus compañeros.
Era una niña especial. Muy introvertida.
Cuando regresaba a su cuarto, su primera actividad era hacer sus tareas y estudiar.
Mientras, de reojo, observaba a sus queridas “hijas”, sus muñecas.
Un día tomó una drástica decisión: desarmó todas sus muñecas.
Fue un asesinato colectivo, pero necesario.
Sus muñecas era pequeñitas, no crecían, por más que ella, simulaba alimentarlas.
Juntó los materiales y mientras sus ojitos respiraban dolor, ella besaba tiernamente esos trapos, ahora, sin vida, inútiles.
Pero su mente tenía otros planes.
Y desde ese día poco a poco, cada tiempo desocupado, lo usaba en hacer una muñeca única, más grande, como una bebé normal.
“Y así dio nacimiento a “Dorita”.
Un nombre que le puso para realzar la hermosa cabellera rubia de esa criatura.
Su nacimiento, una vez terminada su creación, dio motivo a Laurita para estar alegre, contenta.
Se encontró moviendo su cuerpo y entonando una canción de cuna que había aprendido en el colegio:
A ru ru mi guagua…
Si alguien, hubiese observado esta escena, habría salido impresionado por el realismo que Laurita puso a este ilusorio nacimiento.
Laurita se transformó con el paso de los años en una hermosa damita y pronto los pretendientes entraron a formar parte de su vida.
Ella los rechazaba cortésmente.
Pero pronto un muchacho, Francisco, que hacía tiempo venía observando a la muchacha, logró conocer el secreto de Laurita, al penetrar clandestinamente a su habitación cuando ella estaba ausente.
Vio, en un rincón de su dormitorio, una cunita, de mimbre, pequeñita y dentro una hermosa muñeca de trapo.
De pelito amarillento y ojitos verdes. Un vestidito azul y joyitas en sus brazos.
Era un tanto exagerada la multiplicidad de pequeños juguetitos que rodeaban a esa muñeca.
Mantuvo en secreto lo que había visto.
Pero para conquistar a esa hermosa y esquiva niña, ideó una estrategia basada en lo que había visto en el cuarto de Laurita.
Así, sus conversaciones con ella poco a poco se fueron centrando en lo hermoso que era ser mamá.
Era el destino final de toda mujer.-Le decía- Tener un hijo, acariciarlo, mimarlo, alimentarlo, educarlo.
Laurita le escuchaba cada vez con más interés.
Pero más que todo eso, era que entre madre e hijo había más allá que un cariño.
Era un finalismo que natura impone a sus hijos:¡Reproducirse!
Y dota a la pareja de instintos precisos para esa ocasión.
Laurita había desarrollado ese instinto maternal y lo practicaba con su Dorita.
Pero la idea de tener un hijo que se moviera, caminara le sonriera, la abrazara, la besara; en una palabra que tuviera real vida, comenzó a girar en su mente adormecida por la irrealidad.
Fue así, que aceptó la proposición de Francisco y muy pronto fueron marido y mujer.
Pero ¿Qué pasaba con Dorita, su muñeca.?.
-Laurita, en su obseso sentimiento, le hablaba:
Te voy a querer más cuando tengas una hermanita. Pero tú tienes que estar calladita y contenta.
Te voy a ocultar en un baúl con llave.
Porque tú eres mía solamente.
Cuando llegue tu hermanita, las dos andarán juntas. Las acostaré juntas. Dormiremos las tres abrazaditas. Seremos muy felices.
Dorita- No llores.-Mami te quiere y estarás descansando en el baúl.
Todas las noches me despediré de ti con un beso.
-No llores. Nos queremos.-Te quiero mucho.
Pero debo alejarte de los peligros que hay afuera. Sólo saldrás conmigo.
Por favor hazme caso y duerme tranquilita. Schii. .Dorita.. A ru ru mi……
Y Laurita se alejaba, silenciosamente, dejando a Dorita en ese baúl que le serviría de hogar por algún tiempo.
Y así, todas las noches, la misma escena.
El ser humano, en general, presenta una bipolaridad.
Como decía una amiga mía: Tengo una sonrisa para mi familia y otra para la exportación.
Todo ser humano posee secretos que sólo transitan en su mente.
No los muestra, pero ellos le hacen actuar de determinada forma ante sus semejantes.
A veces se da cuenta, son secretos que voluntariamente oculta.
Otras veces son secretos que se cobijan subrepticiamente en la mente y pasan a ser psicológicos.
Podría ser autorías del subconsciente-
Como se ve, Laurita peregrinaba en un peligroso sendero que podría conducirle a una conducta irreparable.
La causa, como muchas, se escondía en una infancia resentida
.
Expulsar nuestras malas ondas, vigoriza.
Mantenerlas internalizadas, mata.
Laurita, como muchos, ignoraba estas cosas.
Para ella su actuar era normal.
Así lo vió también su flamante marido.
Se fueron a vivir a una casa, en un tranquilo barrio de la ciudad.
Como petición, Laurita pidió a Francisco, le permitiera tener una pieza para ella sola, para adornarla a su manera y para reposar y dormir siesta cuando el cansancio o la soledad se adueñaran de ella.
Francisco asintió. El sabía, el por qué de esa petición.
Pasaron los meses y pronto Laurita sintió en su vientre la presencia del anhelado bebé.
No se lo dijo a su marido primero.
Corrió donde Dorita y tal como esa vez del nacimiento de Dorita, ella, Laurita, cogió en sus brazos a su muñeca y le conversó y le cantó y danzó hasta quedar agotada.
Fue el día más feliz de su tranquila existencia.
Laurita fue dada de alta del hospital.
Acompañada de Francisco, su marido, baja las escalinatas del edificio.
En sus brazos lleva un precioso tesoro que aprieta con tierna locura y mira con profundo amor.
Es una hermosa bebita.
Su pelo muy rubio. Ojitos que apenas abre pero que se vislumbran serán hermosos.
La llamarán Dorita.
Laurita piensa que sólo ella sabe el por qué.
Francisco, un pan de Dios, sonríe satisfecho.
Ama a su esposa tal cual es.
Es la forma noble de entregar amor.
La conoció así. La quiso así y la seguirá amando así
.
Su sentir es una oda al amor.
Suben al vehículo que han contratado. Rumbo a casa, al hogar, a la felicidad.
Fue una decisión obvia.
Pero un conductor irresponsable, de los que abundan mucho, guiando un pesado camión, echó por el suelo los noveles sueños de este matrimonio, al chocarlos violentamente y volcar estrepitosamente el auto en que viajaban.
Dos días después, Francisco y Laurita fueron dadas de alta.
La bebita, no.
Había fallecido en el accidente.
Francisco, como es de esperar, estaba desarmado ante tamaña tragedia.
Alcanzó a ser padre por dos días.
Debía demostrar presencia de ánimo ante su esposa.
El Dr. le digo algo, al salir de su consulta en el hospital.
Pero Laurita, increíblemente, no estaba triste.
Más bien ansiosa por llegar a casa.
A penas llegaron, ella subió corriendo a su pieza y del interior del baúl sacó a Dorita, su muñeca, la abrazó tiernamente, y le decía:
No ves, afuera hay mucho peligro.
¿Qué hubiera sido de ti si hubieses estado con nosotros en ese accidente?-
Por eso nunca más nos separaremos.
Bajemos, vamos donde papito.
Él,te está esperando. Vamos a ser muy felices.
Ya te lo dije.
Él, la vio bajar por la escalera y a medida que ella descendía,Francisco iba inclinando su cabeza y su mano derecha, mustia, buscaba el apoyo de un mueble.
Mientras una lágrima se deslizaba, silenciosamente ,por una de sus mejillas.
3 comentarios:
Bonita historia Armensal... laurita pareciera tener también el sindrome cuando las mujeres no pueden tener un hijo... y se aferran a munecos o cosas así...
felicitaciones!
Que linda y triste historia al mismo tiempo. Cómo el deseo de las mujeres, el querer ser madre puede ser tan fuerte en algunas y en otras ya está dejando de ser lo principal en la vida. Muchos cariños.
Muy buena historia, con un final no predecible, tiene de todo un poco...
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