20 agosto 2010

LA APUESTA


LA APUESTA

Se llamaba Juan Antonio. Venía de una ciudad sureña. Era su primer año en la Universidad. Era buen estudiante y había conseguido una beca. También había conseguido cabida en un Internado y compartía la habitación con otros cinco universitarios, aunque éstos no eran del Sur, sino de los alrededores de Santiago y ellos tenían internado sólo hasta el día viernes.

Juan Antonio quedaba solo y disponía de tiempo para conocer la gran ciudad; con tímida ansiedad, porque para decirlo bien, Juan no era un joven timorato, sino más bien de una sana ignorancia del modernismo actual.

La gran ciudad le intimidaba un poco, pero la acariciaba en sus ensueños y se permitía el lujo de hurguetear por todas partes y se sorprendía de las cosas que observaba... Maravillosas algunas, deprimentes otras. En todo caso muy diferentes a su realidad pueblerina y a su formación valórica donde su honradez y su autenticidad transparentaban totalmente a Juan. Quería ser un gran cientista, lo que le llevaba a ser curioso y polémico.

Sin embargo en su afán de ser amistoso y conocer, un buen día se encontró con un grupo de muchachos de un barrio cercano. No recuerda cómo fue ese encuentro, sólo que ese grupo le acogió como si fuera uno de los suyos de siempre. En esa época Antonio se encontraba solo, y al no recibir el afecto de su familia, ahora lejana y de una sociedad tan ajena a él, se dejó avasallar y aceptó la solidaridad que le ofrecían.

Se reunían, por lo general, por las noches. Compartían bebidas y golosinas que él nunca supo de donde procedían. Siempre, todos, muy alegres. Juan pronto se dio cuenta de la falsedad de esa alegría. Le comenzó a chocar el lenguaje especial que usaban y no se sorprendió cuando supo que todos ellos, cual más cual menos, eran drogadictos y delincuentes en alguna medida.

Se dio cuenta que ese tipo de compañía no le convenía para nada y empezó a evitarlos, alejándose cada vez más de ellos. Pero como todo el mundo sabe, son los deseos, las emociones y las pasiones, las causas principales del hacer humano .

Pronto este grupo de pandilleros entraría en acción contra la actitud asumida por nuestro protagonista.

Un día sus compañeros de pieza le propusieron una singular apuesta. Le dijeron: ”Tú sólo crees lo que ves, Tomás"-en alusión al incrédulo discípulo aquel.

Veamos si el destino o el azar guían nuestros pasos. Te desafiamos a que vayas donde una adivina.

¡Una clarividente!.-No, Yo no creo en eso. –dijo Juan.

¿Qué tal si vas y adivina algo de tu futuro?-Si no pasa nada, tú ganarás y renunciaremos a nuestras ideas y aceptaremos las tuyas.-

Mientras le proponía ésto el “líder” del grupo, los otros sonreían maliciosamente.
Bueno..-pensó Juan. ¿Qué más da ?-Es estúpido pero divertido…

¡Acepto!.-¡Bravo!.-Un joven, delgado y rubio como Juan, más o menos como de su estatura y complexión, apodado el Nico, se le acercó: Toma. He aquí ,cinco direcciones de las más cotizadas clarividentes de Santiago..Llama a uno de esos números telefónicos y concierta una cita. En la esquina hay teléfono.—Debo recordar que los hechos sucedían en una época en que sólo habían teléfonos fijos y uno que otro público.

Juan bajó a la calle. Ya en la caseta telefónica, seleccionó un número. Marcó…y nada .Y así con los dos siguientes números. Al cuarto intento, obtuvo respuesta.

¡Hable!. Soy madame Petit.-

Quiero concertar con Ud. una cita. Me llamo…

No es necesario-interrumpe la pitonisa- Espera…por tu voz sé que eres un hombre joven. Sí…Sí de diez y ocho años- Rubio, ojos claros. Llevas puesto un vestón cuadrillé café claro, bufanda amarilla y gorro del mismo color…Este…perdona, se me va la imagen…Te espero a las 8 de la tarde.-Oh.. Me duele la cabeza.-Te reconoceré.

Un clink sonó. La moneda había cumplido su tiempo.
Regresó a casa,

Y…¿Concertaste la cita?-Preguntaron sus compañeros.-
Sí…Hoy a las 8 PM

Le dejaron solo. Juan estaba impresionado. Esto es estúpido, se repetía. No puede ser. Debe haber una explicación. O , casualidad. En fin. Estoy honestamente intrigado.

A la hora señalada, Juan estaba en el living de una casa espaciosa, con relativa comodidad.
Una puerta lateral se abre y una estupenda jovencita ataviada con una bata aparece ante él.
Sé que estás pensando. No te extrañes. Trabajo clandestinamente. Si alguien viniera a revisar mi casa vería, lo que tú estás viendo. Aquí no existe ninguna madame. ¿Entiendes?.-Siéntate.
Ella se arrodilló a su lado y le tomó una mano: Tienes una larga y maravillosa línea de la vida, lo cual significa que vivirás muchos años…Pero también, veo obstáculos…Relájate…Déjame concentrarme. No te muevas. Cerraré mis ojos y hablaré claro…No puedo hacer nada más…

No importa-pensó Juan.-Ya soy feliz teniéndote cerca.-Es maravillosa. Lástima que lo que me dirá serán puras patrañas…

Schii…No pienses.-Cree en mí…Veo nubes en el cielo que bajan y te rodean, oscurecen tu vida. Estás o estuviste metido en malos pasos…(Los pandilleros-pensó Juan).-Aléjate. Hay peligro…Veo un amigo nuevo. De edad. Tienen un amigo común….Veo dinero… Mucho dinero. Serás rico… No, espera…rico sólo por unos instantes….Veo una pieza color verde, una fruta color verde…Cuídate de los baños… un enmascarado. OH Dios ¡No!... sangre…Mi cabeza me duele…me due.. due…

La pitonisa se desmayó. Juan se levantó: Llamó a la mucama.

Joven, váyase…Siempre le ocurre ésto cuando se concentra mucho.

Juan sale pero antes observó expectante el rostro de esa madame Petit. Afuera el aire estaba suavemente fresco.

Dentro de la casa de madame Petit, la supuesta mucama, tomaba de la mano a ésta y no sin brusquedad la alzaba.
Ya, Mariana, levántate. Ya se fue el cliente. Ni le cobraste, tonta. No más teatro. Está bien que seas estudiante de teatro y pagues parte de nuestros estudios engañando a la gente- Pero no te sobreactúes.

Mariana, a medida que se levantaba, decía: Me desmayé de verdad. Nunca antes me había ocurrido. Anoche en la fiesta de mechones, unos amigos del rubio se me acercaron y como ellos supieron que yo hacía de Pitonisa, me propusieron un trato para engañar a su amigo. Me pagaron bien. Era para ganar una apuesta. Sólo tenía que decirle, cuando llamara por teléfono que no me dijera su nombre que yo ya lo sabía y que le dijera como iba vestido, etc. Ahora tenía que decirle que iba a ser feliz. Que sería rico por breve tiempo.-¡Vaya, eso lo inventé yo!-Mariana quedó pensativa.-Tenía que decirle que se cuidara de los baños…Que vería a un enmascarado…

Sabes, prima Nancy. Se me pasó la mano. Le dije hartas cosas más que yo creía ver o imaginar. Y vi sangre de verdad y vi su traje manchado… Y… me desmayé. A veces me la creo que soy clarividente. Aunque sea un poquito…

¿Cómo supiste que él te iba a llamar?.-

Se le dieron cinco números telefónicos- Los muchachos sabían que cuatro de esos números estaban fuera de servicio- Sólo el mío podía responder y respondí…

En el cuarto de los estudiantes reina gran agitación. El que parece liderar el grupo dice:

Tenemos que continuar con el plan. El próximo paso será convencer a Juan que la pitonisa le dijo la verdad y que el Destino manda- Seguiremos a Juan al atardecer-continuó-Siempre sale a caminar y a servirse una tacita de café que es “su gran amigo”.Está en la onda de conocer todos los bares de Santiago. Dice que eso le sirve para conocer ambientes y buscar la verdad.-Me pregunto ¿Cuál verdad?. Lo concreto que él es muy observador y todo lo que sea conocer la naturaleza humana, le ayudará a ser un gran cientista.

Bueno-Sigamos-Como es casi invierno, pronto estará oscuro- Lo seguiremos todos desde lejos y en
el momento adecuado. El Nico lo esperará en el baño del bar en que se meta y le quitará la billetera, para cumplir con lo que le dijo la Mariana.

¿Y si no va al baño?- dijo Nico –Ni pensar…Lo hará.

En otro lugar un grupo de pandilleros, planeaba lo mismo: Seguir a Juan Antonio y “cobrar venganza”, porque éste había decidido retirarse del grupo y eso ¡Era una afrenta!. También sabían de la debilidad de Juan de la “tacita de café”.-Se pusieron de acuerdo en seguirlo y darle su merecido.

Juan, sin embargo, no salió esa tarde. Tenía mucho que estudiar-

Al día siguiente, cerca de las once AM, aprovechando unas horas libres, fue al centro a comprar unos materiales de estudio. Llevado de su costumbre, se encontró en un bar pidiendo su tacita de café., aunque fuera de la hora en que acostumbraba a hacerlo.

A esa hora el bar estaba concurridísimo. Pidió el café y fue a sentarse a la única mesa disponible. Era para dos personas. Se sentó. No bien lo había hecho cuando se acercó un caballero de alrededor de cincuenta años, con un maletín y un diario en una mano y su café en la otra. Se miraron. Se saludaron un tanto indiferentes y procedieron a servirse”su amigo común”Nada se dijeron-Luego el hombre miró su reloj. Cogió el maletín que había dejado al pie de la silla y partió.

Entonces, Juan se dio cuenta, que el desconocido había dejado olvidado el diario en el respaldo de la silla que antes ocupara. Juan, que no tenía prisa, lo tomó y empezó a hojearlo.
En las páginas centrales del diario había un gran sobre. No estaba cerrado. La curiosidad mandaba en esos momentos. Con nerviosos dedos alzó lentamente la tapa del sobre y ante sus ojos aparecieron muchos billetes, dólares de varias nominaciones.

Soy rico-pensó. Nadie se ha dado cuenta. Podré estudiar muy tranquilo y seré hombre de bien ¡Divina Providencia!
Dio vueltas el sobre. Había escrito en forma manuscrita la dirección de un Banco de Santiago.-Y más abajo decía:” Depositar urgentemente antes de las 14 hrs.” Consultó su reloj. Marcaba las 11,55 hrs. ¿Qué debo hacer?¿Seré feliz con mi conciencia acusándome todo el tiempo?.-A lo mejor puedo ser feliz, pero haré desgraciado a otro. Además, a la Divina Providencia, no creo le guste ayudar a los delincuentes.

Si razono así es que debo guiarme por mis principios y ellos me dicen que mi conducta será siempre la de un hombre honrado. Mi meta es una. Pero para lograrla es otro el camino que debo seguir. No éste: fácil y vulgar. Si quiero tener éxito en mi vida debo dar de mí todo lo posible. Para los que no creemos en el azar como determinante de los fenómenos naturales, todo lo que acontece tiene un objetivo definido y el hombre tiene un destino sobre la Tierra. Yo tendré éxito únicamente cuando cumpla mi destino en forma satisfactoria. El dueño o encargado de este dinero debe estar sufriendo y esto me da la oportunidad de practicar la virtud que es el fin supremo del espíritu humano y meta sin la cual no hay éxito..

Todos estos pensamientos desfilaron por su mente, como cuando una persona se está muriendo hace un recuento de su vida. Es que en ese momento se estaban muriendo sus pensamientos sucios y reaparecían aquellos que siempre fueron su “ life motiv”.

En un suspiro estuvo en el Banco aquel.-No le vió. No estaba. Razonó:”Al darse cuenta que su diario se había quedado en el Café-bar, tiene que haber regresado allá. Si regreso al Bar , pueden suceder dos cosas: Que él haya regresado al Banco y explicar lo sucedido , antes que cierre. O me encuentro con él en el Bar y me moteje de ladrón .Mejor espero aquí. Deberá aparecer pronto..

Su mirada se iluminó. Allí estaba el hombre luchando por entrar a través de esas trampas giratorias que llamaban puertas y que hoy han desaparecido.

Se encontraron frente a frente. Como frente a las tazas de café. Nada se dijeron, Juan le entregó el diario. El se dirigió a una de esas cajas. Cinco minutos demoró-

Juan se había ido caminando tranquilamente, exhalando aire nuevo. Aunque..No. Era el mismo aire. Lo que él había hecho no era algo extraordinario. Simplemente lo correcto. Lo normal. La honradez es lo normal.

Una mano se posó sobre sus hombros. Se volvió. Era el caballero que le sonreía paternalmente.
-Eres honrado, amigo-le dijo. Veo que tu destino será grandioso- No habrán nubes que oscurezcan tu camino. Están demasiado altas para oscurecer tu camino. Están demasiado altas para envolverte en su oscuridad. Y oscuridad es retroceso.

Juan Antonio meditó. Antes había escuchado palabras parecidas.
Me llamo Martín del Campo-Quiero que nos conozcamos más.
Estoy muy ocupado estos días-dijo el hombre ¿Te parece bien juntarnos a beber nuestro vicio favorito, pasado mañana?-
De acuerdo.-

A las 2l hrs..-En este lugar-dijo Martín del Campo-pasándole una tarjeta con la dirección del Café.

Horas después, recogido en su cama, Antonio, pensaba: ¡Vaya!. Parece que ya tengo un amigo como dijo la adivina.-

A la hora indicada llegó a la puerta de aquel local. La mayor parte de su decoración era de
color verde. Le pareció grato a la vista y le pareció bien asociarlo a un tequila. No andaba tan errado. Había allí una pugnante lucha entre dos gratos aromas: tequila con limón y café
brasileño.

Entró. Eligió una mesita en un rincón y se sentó de espaldas a la entrada. Segundos después se sentaba el Sr. Martín del Campo.

Estoy contento que hayas venido y además porque acabo de comprar una casa aquí en Santiago. La arrendaba una hija mía junto con su prima. Ambas son universitarias y costean parte de sus estudios con una actividad que desarrollan en su misma casa:
Son consejeras familiares. Es muy divertido lo que hacen. Es un trabajo honrado aunque tiene un poquito de locura y gramitos de engaño.-¿Te parece que en honor a nuestra amistad nos sirvamos un tequila?

Llegó el tequila. Juan Antonio para ser condescendiente se lo bebió de un sorbo. Fue tal la reacción de su puritano estómago que su rostro se congestionó y los colores morados variaron desde un tono suave a uno fuerte. Un intenso rasguño pareció arrancarle las entrañas de este órgano. Parecía bailotear de un lado a otro. Y cual ola sin control el contenido recién ingerido quería salir y volver a su mundo exterior del cual provenía. Juan cerró fuertemente la boca. No pudiendo resistir más, se levantó apresurado y corrió. ¿Pero adónde?- se preguntó.-
Su nuevo amigo vino en su ayuda. ¡Frente a la entrada , hacia la derecha ,.Segunda puerta-le gritó.

Se disparó Juan entre las sonrisas burlonas de los parroquianos.
Abrió la puerta violentamente y se precipitó a una taza de baño: Descansó plenamente. Estaba arrodillado. Sus ojos lacrimosos le impedían ver bien. Pero sus oídos no estaban tapados y así, claramente, oyó a sus espaldas que le decían:-

¿Quieto!¡Rápido la billetera!
Juan obedeció. Entre la bruma de sus ojos empañados le pareció ver a un sujeto enmascarado de su misma estatura. Juan demoraba...
Mejor pásame la chaqueta.-Le arrancó la bufanda y el gorro amarillo. Se los calzó y huyó fuera del local. Nadie se percató del individuo, salvo don Martín del Campo.

¡Vaya!¿Qué le pasará? Se sintió mal y ha querido irse. Lo seguiré por si necesita ayuda. Pagó el consumo y salió del lugar.

Una cuadra le distanciaba del supuesto Juan. De pronto oyó gritos:¡ Toma ésto!-¡Es por el grupo, cobarde!¡Traidor!

Del Campo, tomó un fono y marcó carabineros y ambulancia.

Un patrullero aulló su presencia y luego la sirena de una ambulancia ululó al aire su sirena.

Mientras tanto, en la oscuridad de la noche otro grupo se movilizaba rastreramente, sin comprender lo que sucedía. Pero en sus mentes el mensaje era:¡Qué estupidez hemos hecho!.-Sólo queríamos engañarlo…

El destino se había cruzado en el camino de ellos. Es el amo y señor.
La pandilla fue reducida y confinada a la cárcel. La ambulancia se llevó al malherido.

Don Martín del Campo volvió al Bar, prometiéndose ir luego al hospital.
Ambos se miraron- No se dijeron nada.-Sólo se abrazaron-
¡Vamos a casa ¡. Mañana te compraré un vestón y demás. Es lo menos que puedo hacer por ti.
¿Sólo eso iba a ser su recompensa?- Se dijo Juan, sin mayor interés-

Se abrió la puerta. Juan, nuevamente, vio esos ojos de cielo que le perturbaron cuando los viera por primera vez. Mostraba , en su sonrisa, algo más que la clarividencia que ella había pronosticado, porque el destino la había colocado compartiendo un futuro con un joven rubio, desconocido. Pronto no sería tan desconocido para ella.

La pantalla de la televisión mostró un rostro amoratado en el noticiero policial. A través de la sangre ya coagulada, aparecía un pelo rubio y un joven usando un vestón claro café a cuadrillé; bufanda amarilla y gorro del mismo color.

¡Nico!-pensó Juan.

Ese es el cuadro que vi- dijo Mariana. Luego confesó su parte en el embrollo que tan felizmente había terminado y clavó su cielo tiernamente en Juan disparándole ondas de perdón y amor.
Juan recibió el impacto y meditó…Faltaban detalles…Pero iba comprendiendo.

También sus compañeros vieron aquel noticiero y se preguntaron al unísono ¿Qué hacía el rucio Nico con la ropa de Juan. Sólo tenía que quitarle su billetera para convertir en realidad lo dicho por la falsa pitonisa.

Para bajar el telón de este cuento, regresemos al lugar de estos hechos.
El dueño del Bar está apagando las luces de Neón donde brillaba el nombre del lugar:”El limón verde”. Curioso, muy curioso…

Juan con el tiempo pensaría:”Todos los que vivimos estos momentos estábamos en un plano astral y Mariana, que no es clarividente, pero sí, potencialmente lo es, fue estimulada ante mi presencia y su éxtasis, falso en un principio, se hizo real y quedó en un estado psicofísico especial que le permitió asomarse ligeramente y relacionarse con dicho plano astral y manipularlo.

Y ¿Qué la manipularon?.-Indudablemente al intuir que el amigo mío sería su padre.
Y ¿Lo otro que la estimuló?.-Sin asomos de humildad, Juan se dijo: Pues mis lindos ojos verdes y mi cabello de oro-

Ahora, mejor motivado, que antes de esta aventura, Juan va a cumplir con su Destino y su Universidad.-

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