Las delicadas y bellas mariposas presentan, hablando en general, lo que se llama metamorfosis, o sea, para llegar a adultas tal cual las vemos, esplendorosas y orgullosas de volar y exhibir colores inimitables, tienen que pasar por varias etapas. Esa oruga que llamamos cuncuna será una mariposa, esa cosa que cuelga de las ramas de los árboles y que resulta de resecarse el tegumento externo de la larva, y que se llama pupa o crisálida, será una mariposa.
En cualquier caso, ni la larva ni la pupa tienen el menor parecido con los adultos de su misma especie.
En el ser humano ¿existe la metamorfosis?. Veamos. Diré mis experiencias. Se me acerca un hombre, un adulto y me hace la siguiente pregunta: ¿Se acuerda de mí señor Victorio?. Yo soy muy honesto y replico sin reveses: No, no me acuerdo de Ud..Pero si soy… Me dice su nombre del cual tampoco recuerdo, me da pistas de su niñez. Finalmente me acuerdo, y charlamos. ¿Qué había pasado?. Pues ese niño que conocí, o ese joven que alguna vez fue parte de mi ambiente había cambiado en su aspecto físico y seguramente si me compenetrara más de su vida, podría concluir que también había cambiado su modo de ser, su conducta, su actitud social. Podría con seguridad decir que en él se había producido una metamorfosis. Ya era un adulto. La metamorfosis de las mariposas tiene una finalidad que han estudiado muy bien los entomólogos. El hombre, en el sentido que le dan los científicos, no sufre una metamorfosis, pero nosotros nos permitimos hacer un parangón de ese término y lo empleamos, sin equivocarnos, para decir que el ser humano cambia, pasa por diversas etapas comparables a esos lepidópteros hasta que llega el gran día de terminar su transformación y ser adulto. Cada etapa por la que pasa el ser humano es en realidad una transformación, un cambio en su físico y en su espiritualidad. Pero hay una gran diferencia con la metamorfosis de las mariposas: todas, sin excepción pasan por las diversas fases que les impone la naturaleza. Y finalmente llegan a la perfección a la cual están destinadas. El hombre no es de etapas fijas, sí es bebé, sí es niño, sí es adolescente, sí es joven, sí es adulto y sí es viejo. Pero cada etapa no es igual para cada individuo. Las mariposas logran la perfección de cada fase gracias a que están programadas así… ¿Pensarán para pasar esa etapa a cabalidad y hacerlo mejor? ¿Están guiadas por su progenitores para lograrlo?. Pienso que no.
Aquí, lo más probable es que estén dotadas de instintos que las guían, las manejan, las apropian de su ser en cada etapa, hasta llevarlas a la adultez. ¿Habrá un momento de la vida de estos seres en que puedan actuar independientemente?. ¿Qué será para ellas la felicidad?.
Eso me lo pregunto yo y dudo que ellas, que viven tan poco tiempo, tengan la inquietud de preguntárselo.
Pero el ser humano, tan orgulloso, tan soberbio, tan confiado en su sabiduría hasta aquí lograda, no se ha dado cuenta la poca cosa que es como ser natural. Pero goza a diferencia de otros seres vivos, según el mismo, de un privilegio que es la causa de todas sus bondades y flaquezas: la posesión de un cerebro que tiene que desarrollar mucho más en sus tres ámbitos más básico: la intelectualidad, la sensibilidad y la voluntad.
Agregaría algo que para mí es muy importante en el mundo humano, desarrollar y perfeccionar su mundo social que es la base de su existencia y que a su vez está sustentado en su instinto gregario que bien desarrollado nos puede conducir a la esquiva meta final que es la felicidad del hombre… No olvidemos que un individuo es un sujeto aislado, egoísta. Una persona es un ser eminentemente social y por consiguiente solidario, necesario, humano.
Como tarea urgente necesitamos mejorar cada etapa de la existencia humana, como sociedad pujante internalizar ésta y ayudar a nuestros congéneres en sus diversas problemáticas llegando a ellos corporativamente y actuando con la seriedad que amerita la situación y así simbólicamente realizar una eficaz ”metamorfosis humana”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario